
Evidentemente con esos créditos no podíamos faltar, así que pasamos 75 minutos invadidos por los dos enormes artistas en escena, dramatizando textos de Poe sobre la soledad y la lucha interior frente a la perversidad.
El espacio es muy simple, un piano, unas paredes blancas y niebla, mucha niebla que mostraba y escondía a los actores.
Echanove a la altura de lo esperado, desbordando todos sus sentimientos.
A Makosvki la conociamos como música, la vimos el año pasado en el Actual'11 y ya nos pareció interesante. Aquí está espléndida, de voz y de interprete, y sigue siendo una presencia muy potente.
Para ir a verla, pero sabiendo que no es una obra de teatro al uso.
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