domingo, 27 de septiembre de 2009

Segovia, de fin de semana (y unos comentarios sobre restaurantes)





Como he comentado en la entrada anterior hemos estado en Segovia, y eso bien vale una reseña.
Segovia es una ciudad pequeña, de algo más de 50.000 habitantes según la wikipedia, y que se merece una web promocional algo más atractiva que la que tiene.
Desde luego la estrella de la ciudad es el acueducto, impresionante en su altura y esbeltez, pero que corta en dos la ciudad para la circulación rodada, lo cual es un poco molesto. Sin embargo cuando se llega a destino es probable que ya no haya que tocar el coche, ya que lo más importante se encierra casi exclusivamente dentro de su casco histórico, y este es muy fácil y muy agradable de pasear. Las guías hablan de 3 itinerarios, del Acueducto a la Catedral, la Judería y el Barrio de los Caballeros, todos dentro del citado centro histórico, y que se pueden visitar tranquilamente en una jornada. La catedral es una construcción de estilo gótico grandiosa y bella en su estructura, aunque su interior no es apasionante. En un extremo de las murallas el Alcazar, muy ligado a la historia de España pero que no logro evitar verlo como una construcción de juguete, aunque reconozco su belleza, sobretodo cuando se ve desde la vega del río.
Pero para mi lo más atractivo de Segovia es pasearla tranquilamente e ir descubriendo sus iglesias románicas, bellísimas todas. Ya fuera del centro no podemos dejar de ver las de San Millan y San Clemente en la Avenida Fernandez Ladrera (junto con el casco antiguo es la zona más frecuentada por turistas y segovianos) y la singular y hermosa iglesia de la Vera Cruz, a la orilla del Eresma y próxima al santuario de la Virgen de la Fuencisla, patrona de la ciudad.
Vuelvo sobre la iglesia de la Vera Cruz ya que me ha sorprendido mucho. Es un templo erigido por la Orden de Malta, de planta dodecagonal en cuyo interior hay otro edificio que ocupa todo el centro de la nave y que incluye en su planta superior un nuevo altar, como si hubieran construido una capilla en altura en el centro de la iglesia. Os invito a que la veáis en la wikipedia.
En cuanto a los restaurantes volvemos un poco frustrados. Todos los que parecen en las guías son caros, o muy caros como el Villena. Por aquello del cochinillo fuimos al Jose María (tfno 921461111, Cronista Lecea, junto a la Plaza Mayor, no en la plaza). El servicio muy atento, el local grande como corresponde a un asador, y por una ensalada de pimiento, queso y aguacate, una ensalada de lechuga y tomate , un cochinillo (un cuarto), copa de vino blanco, agua y arroz con leche 62 euros; tienen pan para celiacos. Las raciones sobradas. así que el domingo hemos ido a La Panera (Herrería 11) que no deja de ser un pequeño bar que sirve comidas, pero el servicio es igual de atento o más, los platos estaban buenos y un menú con unos judiones de la Granja, un entrecot (que podía haber sido un cochinillo) un postre y bebida son 20 euros; no tienen pan para celiacos pero controlan muy bien el tema. Es completamente distinto del Jose María, es otra cosa, pero siempre se puede elegir.

Hay Festival. Segovia 2009



Acabamos de llegar de pasar el fin de semana en Segovia, asistiendo a algunos de los más de 60 actos que ha programado de jueves a domingo el Hay Festival en Segovia. Este festival, que descubrimos leyendo Babelia, se celebra en distintas ciudades y países con diferentes patrocinadores. El de Segovia en concreto lo patrocina The Guardian pero el pasado Mayo hubo uno en Granada patrocinado por Mafre. Para ver el programa de Segovia y los enlaces a otros festivales clicar aquí.
Los actos principales son charlas con diferentes artistas y escritores, pero también hay talleres, exposiciones, música e incluso paseos por jardines con lectura de poemas.
En nuestro caso de viernes a domingo hemos escuchado presentar su libro “Lo que el día debe a la noche” a Yasmina Khadra, pseudónimo de un ex -oficial del ejercito argelino y que ha sido ya publicado en más de 30 países, entrevistado por Ignacio Cembrero. Hemos asistido a la proyección de “Gracias por el fuego”, del director argentino Sergio Renan, hemos oido a Luis Goitisolo hablar de “Cosas que pasan” y hemos paseado por los jardines del Romeral de San Marcos oyendo a Lope o a Octavio Paz. Luis Mateo Diez habló de “El animal piadoso” que habrá que leer, Javier Rioyo y Leonardo Padula hablaron del asesinato de Trosky y Zena al Khalil de cómo se vive en Beirut tal y como refleja en “Beirut, I love you”. El domingo por la mañana nos hemos despedido con Martin Amis, quien además de presentar “The second plane” nos ha encantado con su profunda interpretación de la vida y de la época que nos ha tocado vivir..
En resumen, un lujo que habrá que seguir, y asistir cuando se pueda.
En las fotos el cartel del Hay Festival y la sala –la iglesia de San Juan de los Caballeros, Fundación Zuloaga- donde al fondo a la derecha se ve a Amis.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Pekín día 6. Nos vamos a Chengde. La Villa Imperial de Verano. Los vagones de asientos duros.







Hoy nos vamos a Chengde, una ciudad a algo menos de 4 horas en tren, para visitar la Villa Imperial de Verano y los templos de los alrededores. Nos levantamos muy temprano y vamos en taxi a la estación. Nos habían recomendado que fuéramos al menos con una hora de tiempo, por las aglomeraciones. En la estación central de Pekín hay que pasar las bolsas por cintas de rayos equis y eso, si tenemos en cuenta que aunque fueran las 6 de la mañana ya estaba la estación llena, lleva su tiempo.
Sin problemas, y enseñando los billetes para que nos orientaran a los empleados o a los policías que íbamos encontrando, llegamos al tren. Un vagón relativamente moderno, con aire acondicionado, limpio y tranquilo, algunos chinos y una pareja extranjera.
El viaje fue todo lo cómodo que puede resultar un viaje en tren. El lavabo estaba limpio. De vez en cuando pasaba alguna azafata vendiendo snacks, o bebidas o fideos precocinados, ya que como hemos dicho no paran de consumirlos. En los vagones hay una zona donde proveerse de agua caliente para poder prepararse los dichosos fideos. Los asientos eran blandos, pero poco.
En el trayecto aprovechamos para ver de pasada alguna imagen de la China rural. Los pueblecitos mantienen su arquitectura tradicional, con casas idénticas a las de los hutong, de una sola altura. Pero también empiezan a verse otras construcciones que ponen en evidencia un nivel de desarrollo bajo, solo algo mejor que nuestros barrios chabolistas. Se ven fábricas, algunas nuevas y muchas viejas, y bloques de viviendas que recuerdan la España de los 60 o 70, donde las fábricas alojan a sus trabajadores, ya que están obligadas a proporcionarles casa.
Se ve mucha obra pública, carreteras, puentes, etc.
La llegada a Chengde fue, sin más, apoteósica. Salimos de la estación los mil chinos y los turistas extranjeros que habíamos viajado juntos y nos encontramos en una gran plaza a otros mil chinos ofreciéndonos de todo, principalmente excursiones al palacio de verano. Vendedores subidos a cualquier parte para destacar y gritando a voz en cuello, entre los que con mayor o menor dificultad íbamos pasando los viajeros. Es una de las imágenes que más nos ha quedado, todo un espectáculo en si mismo. Tomamos un taxi, todavía son más baratos que en Pekín, y nos fuimos a la Villa Imperial.
La Villa Imperial reproduce el esquema de parque, lago y pabellones, similar al Palacio de Verano de Pekín, por ejemplo. El recinto está rodeado por una muralla de 10 kilometros, lo que da una idea de su superficie. Palacios, salas, la pagoda Yongyousi, etc. Si hacemos estas descripciones tan sucintas de los monumentos no es porque no sean interesantes, sino porque están mejor descritos en cualquier guía o en la Wikipedia, y el objeto de este blog es más poder narrar sobre el contexto en el que se vive todo esto. Por ejemplo, la Villa Imperial de verano es un lugar tranquilo, ideal para pasar una mañana paseando y ojeando las construcciones que, eso si, son prácticamente idénticas de las vistas en Pekín para ojos no especializados. A pesar de la habitual presencia masiva de visitantes es suficientemente grande como para diluirnos en toda su superficie. Vale la pena reservar una hora para dar un paseo por el lago en una pequeña motora o en un pedalo, pasando bajo los puentes y junto a grandes manchas de enormes nenúfares. Las fotos que encabezan la entrada ya son nuestras.
Comer fue más difícil, ya que no encontrabamos en las proximidades ningún restaurante de nuestro gusto. Entramos en uno al azar y comimos lo que nos pusieron, que más o menos coincidía con lo que creíamos que habíamos pedido.
Después de comer me compré un helado, un polo correctamente envasado y de marca, para descubrir que había comprado un polo con habas de soja, muy habitual por lo que pudimos ir viendo en días sucesivos.
La tarde la dedicamos a ver los templos de los alrededores. Hay 8 templos, con varios de ellos abiertos. Los trayectos vale la pena hacerlos en taxi.
El templo Puning (templo de la Tranquilidad Universal) tiene elementos tibetanos y está atendido por lamas que hacen sus oraciones mientras los visitantes remoloneamos por alrededor y los fieles van haciendo sus ofrendas y sus oraciones. Lo más llamativo es la diosa Guanyin (de la Misericordia) en la sala Mahayana, ya que es una estatua de 5 tipos de madera, con 42 brazos y 22 metros de altura. Para poder apreciar sus facciones se sube a una primera galería, desde donde se aprecia mejor.
El templo Pule se construyó en atención a otras minorías (las minorías en china siempre están presentes, y supuestamente reciben atención especial) tiene un pabellón redondo y cerca del templo se puede coger un teleférico que te acerca a la roca del Palo, una curiosa roca vertical muy frecuentada.
Finalmente nos acercamos al templo Putuozongcheng, aunque ya era tarde, porque teníamos curiosidad por verlo ya que está construido a semejanza del palacio Potala de Lhasa aunque evidentemente más pequeño.
Para descansar entramos en un hotel, el Qiwanglou, que hay junto a la entrada de la Villa de Verano y en la misma muralla, y sentados en un jardincito tomamos alguna cosa sintiendo la puesta del sol.
Ya de noche -teníamos que hacer tiempo porque nuestro tren salía pasadas las 10 de la noche- fuimos paseando hacia la zona que nos pareció más céntrica, con edificios nuevos, altos y bien iluminados. Pasamos por una plaza donde dos grupos distintos de personas bailaban sus bailes propios acompañados por algunos instrumentos musicales, con melodías muy repetitivas y pasos simples. Acompañaban a los bailarines algunas figuras con zancos. Más adelante llegamos a una gran plaza, con una pantalla gigante donde proyectaban una película de artes marciales. En otra zona de la misma plaza un numeroso grupo de personas hacía aerobic dirigidos por varios monitores. Y en todas partes vendedores de comida y chinos en cuclillas comiendo fideos o noodels.
Entramos a un restaurante con buen aspecto, carta en ingles y camarera con más volunta que dominio del inglés, donde comí un pepino de mar, pensando encontrar algo parecido a las deliciosas espardenyas que se hacen en Cataluña, para encontrarme con un bicho hervido y francamente insípido. Antes de ir a la estación aún pudimos entrar en un café, lugar de copas o lo que fuera, con reservados, en el que tomé un banana split que me compenso de la aventura culinaria del pepino de mar.
En la estación las mil o dos mil personas que vamos a tomar el tren hacemos cola, más o menos ordenadamente, y media hora antes de la salida dan acceso al andén y al tren. Encontramos nuestro vagón, en asiento duro, donde íbamos a viajar durante unas horas con otros 118 chinos, sin aire acondicionado. Por supuesto nuestros asientos estaban ocupados, pero quienes los ocupaban se levantaron sin ningún problema al vernos blandir nuestros billetes. No se si ya he comentado que muchas personas no saben leer y se limitan a subir al tren y sentarse donde está libre; si alguien reclama el sitio se van a otro. Además también se venden billetes sin plaza, lo que aumenta la confusión. Si apoteósica había sido la llegada también lo fue el viaje de vuelta. El asiento era realmente duro, la gente en camiseta o sin, sentada o tumbada bajo los asientos para descansar mejor, unos raquíticos ventiladores en el techo apenas moviendo el aire, y –como no- gente comiendo. Nos recordaron nuestros trenes de los años 50, con todo el pasaje en compañía y dos extranjeros raros incordiando. Llegamos a casa las 5 de la mañana, contentos de la visita, pero cansados.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Pekín día 5. Wanfujing, el hutong y el templo Pudu, y alguna compra.













Como ya es lunes nos vamos al CITS a comprar los billetes para Chengdé y Xian. Nos atiende una adusta funcionaria, que por su actitud parece un poco harta de intentar entenderse con los turistas. Gracias a la fortuna nos pone en manos de una joven animosa y atenta, que nos ayuda a organizar horarios. Luego hay que subir a otro piso para comprar los billetes, pero ya es la hora de comer en China, y no podemos hacerlo. Volveremos a la tarde, buscaremos a nuestra guía y finalmente podremos comprar los billetes. Parece que no hay primera y segunda, o turista y preferente; supongo que al ser un país de ideología comunista no podían organizarse así. Pero hasta en los países comunistas hay clases (Pekín es un mostrador evidente) y aquí se llaman asiento o cama blanda y asiento o cama dura. A Chengdé en asiento blando a la ida y duro a la vuelta; a Xian en cama blanda a la ida y dura a la vuelta. Ya lo contaremos.
En esa hora de la comida aprovechamos para dar una vuelta por un hutong próximo, al que se puede acceder por ejemplo por la Pudusi Xixiang y que viene indicado en la guía. Desde Donghuamen Dajie se baja por Nanchizi Dajie (estamos al lado de la esquina sureste de la ciudad Prohibida) y la primera a la izquierda es Pudusi Xixiang. Lo vimos como un ejemplo de un hutong recuperado, limpio, con sus típicas puertas pintadas en rojo, que a veces dejan ver los patios interiores, pero sin apenas transeúntes. Parece un pequeño núcleo residencial en medio de la ciudad. En su interior está el templo Pudu, pequeño y coqueto, donde además de algunos visitantes algunos fieles hacen sus oraciones y ritos con varitas de incienso. De vuelta a Nanchizi Dajie volvemos por ella hacia Donghuamen. Nanchizi es una calle secundaria, que no tiene que ver con las grandes avenidas, donde puedes ver el día a día de Pekín, siempre tan activo.
Las fotos de esta entrada son del hutong y del templo Pudu de Internet, la foto pequeña es del mercado Yashou.
Y en la misma esquina con Donghuamen entramos a comer en un restaurante, con dos elegantes recepcionistas que nos dirigen a una mesa. Como está al lado de la Ciudad Prohibida hay carta en inglés. Pedí algún tipo de arroz de primero y pichón de segundo: Sacan el pichón entero, incluida la cabeza, ya que valoran mucho la cabeza de las aves, pero a nosotros nos causa cierta impresión. El servicio muy atento en todo momento y mis problemas con los palillos parecen ir menguando.
De vuelta al CITS finalmente nos hacemos con nuestros billetes. La misma persona que nos había atendido por la mañana lo hace por la tarde, con la misma amabilidad y atención. De paso le repreguntamos por un buen sitio para ver opera de Pekín, y nos aconseja sin dudarlo el Liyuan, que viene en todas las guías.
A la tarde volvimos a Sanlitun, porque como ya hemos dicho habíamos perdido la cámara y había que comprar otra. Estuvimos mirando en las tiendas del Village de precio europeo pero acabamos en el Centro Yashou, que puede que empezara siendo un mercado de ropa pero ahora vende todo lo que China es capaz de producir. Es un edificio de 5 plantas junto al Village, donde la mayoría de los establecimientos son pequeños cubículos donde animosas y animosos dependientes te llaman amigo y te dicen que eres muy guapo, lo que en mi caso pone en evidencia su doblez. Naturalmente las estrellas son la ropa, los relojes, las maletas, joyería y sastrería (un traje en dos días por 530 yuanes de “pura lana cashemire”, ya os diré el resultado). Allí compramos la cámara. En la entrada del día 15 comento mi opinión sobre las compras en Pekín, que ya adelanto que no es muy halagüeña.
Volvimos en taxi, pasadas las 10 de la noche, a Donghuamen Dajie porque leímos en la guía que hay un mercado nocturno, donde se ofrecen para consumir allí mismo una gran variedad de productos. Al llegar no vimos nada que nos pareciera un mercado, pero había una zona particularmente hedionda que estaban limpiando con mangueras. El mercado nocturno es en realidad un mercado vespertino, que otros días vimos abierto a partir de las 7 o las 8 de la tarde. Más que un mercado es un conjunto de puestecitos, limpios, con profusión de acero inoxidable, que a esas horas todavía no huelen apenas, en los que se preparan y se venden brochetas de todo tipo, dulces y saladas, mariscos, carnes, mazorcas de maíz, etc, y como todo muy concurrido por un público autóctono.
Ante el fracaso de la excursión culinaria bajamos Wangfujing Dajie abajo (aún había abiertas algunas tiendas) y cogimos un taxi, de los que esperaban tranquilamente, tras la obligada discusión con los que se ofrecían espontáneamente. La tarifa nocturna es algo más cara, pero el precio sigue siendo muy barato.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Pekín día 4. El Palacio de Verano y la zona de Sanlitun














Es domingo, el cielo está cubierto y por tanto la ciudad está envuelta en una bruma blanca.
El Palacio de Verano está en el noroeste de la ciudad, muy alejado del centro y optamos por ir en taxi, además no hay cerca ninguna estación de metro y con los autobuses no nos atrevemos.
Era el palacio de descanso de la corte imperial y desde luego es una zona muy agradable, a pesar del bochorno del día y de los cien o doscientosmil visitantes chinos que aprovechan el domingo para visitarlo, acompañándonos a apenas unos cientos de extranjeros.
Es un parque con un gran lago, con algunos pabellones diseminados que se concentran sobretodo en la zona norte. En uno de los pabellones asistimos a una actuación de música tradicional, que estaban representando un grupo de personas en la cincuentena con total aspecto amateur. En Chengdé por la noche nos paso algo parecido, la gente se reúne y canta y baila su música.
A través de un puente con el característico estilo llegamos a la Isla del Lago Sur, para tomar un barquito que imita a las antiguas naves imperiales para que nos llevar al desembarcadero de la zona norte, justo al lado de un barco de mármol que mando construir la emperatriz Cixi. La tal Cixi fue un personaje tan peculiar que os facilito el enlace a una página de la wikipedia en castellano, con retrato incluido (es un retrato que se ve mucho allí) http://es.wikipedia.org/wiki/Cixi

Las fotos son bajadas de internet (en Google maps hay cientos de fotos de Pekin), la razón es muy simple, nos dejamos la cámara en el taxi de vuelta.
Visita a los pabellones, empinados, hay que trabajárselo. Nos siguen encantando las terminaciones de los tejados. Paseo por El Gran Corredor (Chang Lang), un pasillo cubierto lleno de pinturas, y de vuelta a casa.
A la tarde fuimos a Sanlitun. Sanlitun es en el norte la zona de las embajadas y en el sur una zona comercial, el Village, que me recordó el centro Sony de Berlin. Quizás hayais observado que cuando ubico los lugares hablo de norte, sur, etc. La razón es que todo es tan grande, y tan plano, que no hya mejor manera de localizar. En los alrededores muchos bares y restaurantes, bares de karaoke y con bailarinas y algún bailarín, masajes de pies y manicuras (dicen que hay que darse un masaje de pies pero su duración, una hora, nos disuadió). Además del Village esta Yashou, un edificio-mercado al que no pudimos entrar porque llegamos tarde, pero al que volvimos al día siguiente llevados por la necesidad.
En la entrada del día 15 comento mi opinión sobre las compras en Pekín, que ya adelanto que no es muy halagüeña.
Cena en una terraza y a casa. En esa zona la presencia de extranjeros es muy alta, sobretodo en el mercado, pero los chinos siguen siendo los clientes principales.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Pekín día 3. El parque Beihai, el hutong Yandai Xiejie y el lago Qianhai.






Hoy es sábado y vamos a continuar las gestiones para poder ir a Chengdé y Xian por nuestros medios. Nos dirigimos al CITS (China Internactional Travel Service) de la zona de Dongcheng. Los CITS son un magnífico recurso para informarse y organizarse visitas, viajes o cualquier otro servicio para turistas. Hay uno en cada zona de la ciudad además de los que hay en el aeropuerto y en la estación central. Nosotros optamos por el de Dongcheng porque ellos mismos te pueden procurar los billetes de tren. La pena es que solo trabajan de 9 a 17 de lunes a viernes. El sábado había una persona de guardia que muy amablemente nos informó que si volvíamos el lunes nos resolverían nuestros problemas (y así fue, pero eso va en otra entrada)
Como ya estábamos en Dongcheng, la zona del centro de Pekín donde está la Ciudad Prohibida, hacia ella nos dirigimos caminando por Donganmen Dajie, una avenida flanqueada por enormes y lujosos hoteles, que pueden ser un recurso llegado el caso, por ejemplo para descansar y tomar un café en un local relajado, aunque el café cueste 3 o 4 euros.
Y llegamos al cruce con Wangfujing Dajie (Dajie significa avenida). Gucci, Cartier, Chopard,… podríamos estar en Paris o Nueva Cork. Las tiendas de todas las grandes marcas dirigidas a los compradores chinos. Desde luego es el punto que podríamos llamar más “rabiosamente capitalista” de la capital, pero existe. Wangfujing Dajie es la calle de los grandes comercios, que bullen de actividad.
Pasado Wangfujing llegamos al foso y a la muralla que rodean la Ciudad Prohibida, vimos la gran plaza de acceso y, como la previsión era visitarla con unos amigos, aceptamos los servicios de una amable conductor de esas pequeñas motocicletas-taxi para dos personas para que nos llevara al cercano Parque Beihai, previo regateo sobre el precio. Dentro de los esfuerzos para disminuir la contaminación del aire y sonora de la capital está el que muchos de estos vehículos son eléctricos, con lo que resulta agradable ir recorriendo la ciudad en ellos. Uno de los amigos que vinieron, que había estado en el Pekín preolimpico, comentaba que lo que más extrañeza le causaba era la drástica disminución de la contaminación; calles ruidosas y sucias eran ahora calles limpias y con un nivel sonoro aceptable.
El parque Beihai es una zona de recreo, donde estuvo el palacio del Gran Khan antes de construirse la Ciudad Prohibida. El parque rodea un lago y tiene un pequeño museo y una isla central , la Isla de Jade, donde están el templo Yongan y la Dagoba Blanca, construida en honor del Dalai Lama en el siglo XVII. El parque es una zona tranquila, aunque el fin de semana es visitado por miles de pekineses y turistas venidos de toda China. Curioso su restaurante, el Fangshan, que prepara recetas imperiales, pero no podemos dar más información porque no llegamos a entrar.
Y a la noche una visita rápida a la placita que hay entre las torres del Tambor y la Campana, donde hay algunos bares que nos parecieron venidos a menos. En muchos templos hay estas torres, que servían para señalar el principio y fin de la actividad diaria y las horas.
Fuimos a cenar al Café Sabal, recomendado en las guías y con premios de turismo chino, pero nos fue difícil entendernos en inglés aunque hay carta en ingles. Aparte de que el hutong en el que está estaba en obras y se necesito un cierto grado de decisión para entrar, no es nada del otro mundo, desde luego no lo vemos como para recomendarlo ni por el local, ni por el servicio y apenas por la comida.
A la salida, un poquito frustrados por la incursión culinaria, nos llamó la atención por lo animado el hutong Yandai Xiejie, lleno de tiendas y bares muy agradables. Nos parece un lugar muy interesante para visitar, ver las tiendas y pasar un rato agradable. Además es una de las maneras de llegar al lago Qianhai, que nos parece sin duda el centro de ocio nocturno por excelencia de Pekín.
El lago Qianhai, inmediatamente al norte del parque Beihai, totalmente rodeado de bares, restaurantes, cafés, salas de karaoke, tiendas de artesanía, etc. es uno de los lugares a tener más en cuenta para una salida nocturna. Algunos restaurantes, en la orilla suroeste, tienen sus mesas a la orilla del lago, y aproximadamente en el centro de la orilla este está el East Shore Jazz Café, donde asistimos a una sesión de jazz con artistas locales, a la altura de las que pueden oirse en los mejores locales de jazz de cualquier país. Muy recomendables el lago y el East Shore.

Restaurante La Borda, en Etxarri-Aranaz, Navarra


Hoy hemos vuelto a La Borda, un restaurante que "hemos visto crecer" estos últimos años de la mano de sus jóvenes propietarios. La Borda nos gusta porque tiene una cocina de gran calidad y una carta variada, con una buena atención para celiacos. Situado en Etxarri Aranaz, a 25 minutos de Pamplona en dirección a Vitoria, es un restaurante que por su calidad ha ido creciendo y asentándose como una apuesta indiscutible en la cocina navarra. A pesar de su nombre su cocina es muy moderna, aunque sin dejar de lado el chuletón por supuesto.
Como decimos servicio muy atento, los platos para compartir los sirven como medias raciones sin que se refleje en el precio, y el pan para celiacos es muy bueno, con su corteza crujiente (los celiacos saben de que hablo)
Su web es muy explicativa, incluyendo como llegar, ya que está fuera del casco urbano del pueblo. Su teléfono es 948 460 545
Changurro con crema de tomate, lomo de vieiras con panceta, merluza sobre carpaccio de hongos, un postre de crema de queso con helado de yogourt, refresco y una copa de vino sale por 71.37 euros, y comen dos personas sobradamente.


La Malquerida, bar de tapas y raciones en Vitoria



Ayer aprovechamos la tarde-noche en Vitoria, para ver algunas actuaciones del festival Krea. Nos gustó particularmente la danza de Natxo Montero, Cuadra-T, que son quienes aparecen en la imagen, por su frescura y por algunos detalles francamente originales (la foto es de El País).
A la noche, mientras esperábamos para otro espectáculo en la Plaza de la Virgen Blanca, fuimos a tomar algo a La Malquerida, en Correría 10 (tfno 945 257 068, no he encontrado la web). Estaba lleno, lógico con la calidad, cantidad y precio de sus pinchos y raciones. Si os fijáis en la foto las raciones son baratas y puedo deciros que no son pequeñas, pero lo que más destaca es la calidad. Las propuestas son muy imaginativas y llevadas a la práctica con gracia. El servicio, muy atento, se desvive por atender a los clientes que llenábamos el local y sus alrededores. Una propuesta muy, muy recomendable para tomar pinchos o para cenar de raciones.
Y el Krea hay que seguirlo


domingo, 6 de septiembre de 2009

Pekín dia 2. El Templo del Cielo, Tiananmen y la estación central de ferrocarril







El Templo del Cielo, al sureste de Tiananmen, ha sido nuestro primer templo. Es considerado como el mejor ejemplo de la arquitectura Ming (la dinastía Ming se extiende de 1368 a 1644, la Ping de 1644 a 1911, aunque el famoso último emperador, Puyi, no abandonó la Ciudad Prohibida hasta 1924). El templo está enmarcado en el Parque del Cielo y en el se celebraba un importante ritual en el solsticio de invierno (nuestras navidades) que marcaba el futuro del país para el siguiente año. El templo comienza en la puerta sur, la puerta Zhaoheng, desde donde se llega al altar circular, realmente interesante, en mármol blanco, para seguir por una sucesión de puertas y salas hasta la puerta norte. Esta estructura, arcos y salas en sucesión, es la disposición habitual de este tipo de arquitectura. A cada puerta le sigue, a través de un patio, una sala habitualmente poco profunda y más ancha en la que puede haber un altar –si es un templo- o un trono –si es un palacio- a la que sigue a través de un patio una nueva puerta, a la que sigue a través de un patio una sala y así sucesivamente. La impresión se produce por estar en un ambiente tan diferente, en una arquitectura tan diferente pero que no sorprende porque nos parece que lo hemos visto ya mil veces en documentales o en películas. Coincide punto por punto a lo esperado.
A pesar del calor agobiante esperábamos encontrar turistas chinos y extranjeros, y de todos ellos había, pero la afluencia de nacionales es enorme, miles de chinos visitando y disfrutando sus templos clásicos.
Nos desviamos por el parque para visitar la torre de la campana y una joven muy amable nos invitó a ver una pequeña exposición de cuadros pintados, según nos explicó, por profesores y alumnos de una escuela. Los cuadros eran buenos pero no compramos nada.
Por cierto, de este día y el siguiente no hay fotos propias porque olvidamos la cámara en un taxi. Las fotos de esta entrada son bajadas de Internet. Hay una nuestra que corresponden a los remates de los tejados de los edificios, un caballero seguido de 4, 5 o 6 dragones. Es un esquema que se repite en todos los remates de los edificios clásicos.

De allí nos fuimos a Tiananmen, para conocerlo y para informarnos de las excursiones a la Gran Muralla. Tiananmen es el centro de Pekín y por tanto el centro de China. Es una plaza enorme, de 440.000 metros cuadrados (eso puede ser un kilómetro por casi medio). De la puerta sur (un gran edificio que estaba en rehabilitación) se pasa al mausoleo de Mao Zedong, de allí a la puerta de la Paz Celestial, un monumento a los héroes de la revolución, la gran bandera y hasta conectar a través de la Puerta de la Sagrada Armonía con el acceso a la Ciudad Prohibida a través de un parque. A pesar de estos edificios la plaza se aprecia totalmente despejada dadas sus dimensiones.
En la esquina sudoeste de la plaza comimos algo en un Kentucky. Hay muchos KFC y McDonald's tanto en Pekín como en Xian, que es lo que conocemos. Y además de los productos que vemos por aquí como distintivos de estas marcas se sirve mucha comida china, noodels y fideos fundamentalmente. Los chinos comen continuamente; además de los cientos o miles de puestecitos con una enorme oferta de pequeñas brochetas y maíz, todo esta dispuesto para poder tomar un bol de fideos instantáneo, y los comen en cualquier parte.
En la misma esquina pero al otro lado de la calle hay una oficina donde se organizan viajes a la Gran Muralla y las Tumbas Ming, Por 160 yuanes te llevan, te dan de comer y además te meten en una fábrica de souvenirs. Realmente es cómodo porque no te tienes que preocupar de nada, pero la alternativa de buscar una limusina y organizárselo hace el viaje mucho más cómodo y puede salir por un precio similar si van 4 personas. Lo explicamos en la entrada que vamos a publicar sobre esos dos monumentos.
Y de allí a la estación central, para intentar ir por nuestros medios a Xian y Chengdé. Nos resultó imposible entendernos. Muy difícil entenderse en ingles, toda la información en mandarín y miles de personas en constante movimiento. Hay una ventanilla, la 10, que es para “foreing people” pero tampoco nos sirvió de la nada, nos envió a la ventanilla 83 y solo de ver la afluencia de personas decidimos cambiar de táctica para el día siguiente.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Pekin. Día 1. La llegada y el contexto.




Si has decidido visitar Pekín, o Beijing en el idioma pinyín (trascripción fonética del chino mandarín a la grafía occidental, o sea, escribirlo en nuestros caracteres tal y como suena), enhorabuena. Vas a conocer otra cultura, aunque no tan diferente como puedas pensar en principio. Esta entrada solo tiene como objeto hablar de cuatro generalidades que puedan facilitarte el viaje.
Recuerda el visado. En Madrid o Barcelona lo puedes solicitar directamente o a través de un amigo. También puedes hacerlo a través de la agencia donde compres los billetes. Llévate la dirección y datos de contacto del consulado de España en Pekín. Puede ser necesario en caso de pérdidas o robos de documentación, aunque China es una país muy seguro, y eso incluye a Pekín.
El tiempo. Si puedes elegirlo mírate atentamente estas pagina. http://wwis.aemet.es/001/c00237.htm muestra el tiempo en Pekín los próximos 3 días y las medias de temperaturas y pluviométrica de cada mes. Veréis que Julio y Agosto son los meses mas cálidos y los mas lluviosos. Eso hace que muchos días el ambiente este neblinoso y bochornoso por la humedad. Sin embargo si las circunstancias mandan cualquier mes es bueno.
Divisas. La moneda oficial es el yuan, que en agosto de 2009 se cambiaba a 950 yuanes por cada 100 euros; redondeando, a 10 yuanes por euro. A veces al yuan lo llaman remimbi, pero es una diferencia sin efectos prácticos, por eso a veces viene escrito como rmb. Conviene cambiar los euros por yuanes en las oficinas del Bank of China, que están por todas partes. Se puede cambiar en el aeropuerto pero la comisión y el tipo de cambio son peores. Un cálculo prudente son 1000-1500 yuanes por pareja y día, más compras. Está prohibido sacar yuanes de China, o sea que hay que gastárselos o volver a cambiarlos por euros. Como cambiar es muy fácil quizás valga la pena ir cambiando conforme se vaya a necesitar.
Los taxis en Pekín son muy baratos, y un recorrido de 45 minutos puede costar 60 yuanes. Además hay muchísimos (más de 63.000) y por eso son muy utilizados. Todos los taxis que hemos parado directamente nosotros o hemos cogido en una parada se han comportado muy correctamente, incluso cobrando menos si han equivocado algo el trayecto. Sin embargo nos hemos bajado de casi todos los que se han ofrecido y están a la espera en estaciones, zonas de ocio, etc. así que la regla es fácil, rechazar los oportunistas y coger los que esperan a ser solicitados. Recordar que en China no hay propinas. El problema con los taxistas es que entiendan donde quieres ir. Desde luego tan importante como el pasaporte con su visado es la hoja donde llevar escrita la dirección del lugar de hospedaje y de los lugares a los que se quiere ir en mandarín. Si llevas un plano bilingüe, pinyín-mandarín, lo entenderás tú y el taxista. Si esta en pinyín solo lo entenderás tu y si esta en mandarín solo lo entenderá el taxista, aunque tienen serias dificultades.
El metro es una opción muy válida. Vale dos yuanes el ticket y la red es buena, con algunas líneas, como la 10, con instalaciones y trenes que pueden ser la envidia de cualquier ciudad. El problema son las horas de aglomeración, sobretodo en trenes sin aire acondicionado. Por eso la opción del taxi es la más cómoda, aunque también tienen atascos. Hay que tener presente, en el metro y en cualquier cola, que los chinos consideran natural colarse y lo hacen en cuanto pueden. También se cuelan si van en coche o en bicicleta y se pitan continuamente, pero sin ninguna acritud: pitas, el otro te oye y cada uno sigue a lo suyo. A veces es preferible mirar los edificios o la guía o las compras mientras vas en taxi, porque la circulación tendrá una lógica interna pero para nosotros es difícil de entender y puedes ir con el corazón en un puño.
Y a propósito de la forma de ser, no es cierto que en Pekín la gente escupa, apenas se ve eso. Lo que si se oyen son unos carraspeos estentóreos, que a los europeos nos producen cierta repulsión, pero luego no lo escupen. Si es cierto, los chinos son amabilísimos; algunas muestras sobre ello contaremos en el viaje a Xian.
Nuestra llegada fue fácil. Pasamos los controles de aduana y de gripe A (varios pero rápidos) y fuera nos esperaba Xiao Duan, quien nos llevo en un taxi hasta la casa. Hicimos una siesta (en Pekín son 6 horas más que en España, pero uno se acomoda con gran facilidad) y recorrimos los alrededores para ir haciéndonos una idea. Pekín es una ciudad de más de 16 millones de habitantes, capital de un país de 1.400.000.000 habitantes. Es decir, que chinos hay muchos y uno de cada 100 esta en Pekín. La primera impresión es de que te has equivocado, si lo que esperas es una ciudad tradicional antigua, con la pátina uniformizadora de un régimen comunista, porque lo que encuentras es una ciudad de rascacielos, de grandes edificios, algunos de arquitecturas muy avanzadas, muchos de ellos edificados en los últimos años, junto a aglomeraciones de bloques más antiguos, y entre todo ello zonas deprimidas, como en cualquier gran ciudad. Los extremos son los vistosos edificios de autor y los Hutongs. El cruce de Wangfunjing Dajie con Donganmen Dajie, podría estar en Nueva York o en Hong Kong, con sus tiendas de las marcas mas lujosas. Los hutongs son las zonas tradicionales, lo que uno tiene en su imaginario de China. Son barrios de casas de una sola altura y si están céntricos están siendo rehabilitados de manera similar a los barrios viejos de nuestras ciudades, pero si están en la periferia son la otra cara de la vida en la ciudad.
Al noveno día, paseando por Quianmen, entendí mi extrañeza de esta ciudad. Parece todo una atracción turística, con sus hoteles, sus tiendas en la calle, sus masajistas, pero apenas hay turistas. Todo eso no es un decorado para turistas, es la vida de los chinos, que se dan masajes, comen en la calle, se cortan el pelo, compran libros, construyen, se compran sellos para firmar lo que escriben, etc.
Finalmente a propósito de las guías. Nosotros hemos llevado la Lonely Planet y, aunque esta bien, tiene datos y localizaciones a veces poco exactas. Todos los lugares a visitar, restaurantes, zonas de ocio o de compras, etc vienen también en mandarín, lo que es imprescindible.
Una alternativa podría ser la de El País pero no la conozco.
El Instituto Cervantes de Pekín tiene su propia guía, que en mi opinión estaba muy bien aunque no tiene mapas. Se puede descargar desde http://www.cervantes.org.cn/guias/guia_pekin_2008.pdf
También hay información, en http://www.viajeselcorteingles.es/ en su apartado de guías.
Es buenísimo el blog http://guias-viajar.com/china/category/pekin-beijing/ que nos ha servido de guía en muchas ocasiones.